"Si supieras que el bondi, al que estás por subir, va a chocar; te subirías?" leí hace un ratito, por ahí. Me quede pensado, por lógica todos, absolutamente todos, diriamos y decimos que no; pero del dicho al hecho, hay largo trecho. Seguí pensando, con un reggae de fondo, cuantas veces tropezamos con la misma piedra y cuantas más nos faltan tropezar, cuantas veces me digo a mi misma que no y termino haciendo lo contrario. ¿Por qué nos cuesta tanto levantarnos y seguir, simplemente? Toda vivencia sirve para aprender, dicen y creo en eso firmemente, pero a veces me pregunto ¿Cuantas veces más tengo que tropezarme con esa piedra? Me estoy cansando de esta enseñanza, es que no sé que tengo que aprender. Mentira! Miento... estoy aprendiendo cosas, el problema es cuando le tememos a lo nos enseña la experiencia, es verdad, lo admito me da miedo, mucho miedo. Siento que el miedo me entumece los pies y se apodera de mi y eso me da terror, no miedo. Entonces trato de enfrentarlo; juro que trato, aunque no me salga muy bien; y pienso un poco más... Creo que lo que da más miedo de todo es que ese bondi, bus, colectivo (o como quieran llamarle), que sé que va a chocar; se detenga enfrente mío y abra la puerta. ¿Y entonces? ¿Qué hago? Mi miedo es no saber que hacer, sabemos que va a chocar y una parte de mi; la lógica obviamente; no quiere subirse, pero otra parte de mi, que esperó ese bondi mucho tiempo, quiere volver a subir, dejarse llevar. Esto me lleva a preguntarme: ¿Por qué no me tomo un taxi mejor?
